Biblioteca Popular José A. Guisasola



Dedico este texto al chico que fui y a
todas las víctimas de las redacciones:
“mi casa”, “la vaca”, “mi barrio” y otras
que azotaron a mi generación.

Cuento» MI CASA, de Ricardo Mariño

Mi familia y yo vivimos en una casa encantada. Está encantada de ser la casa más grande que se haya visto jamás. Pero para mí ello trae algunos inconvenientes:

La habitación de mi hermano Berto tiene ciento cincuenta metros de ancho.

La habitación de mi hermano Bertoldo tiene doscientos cincuenta metros.

La habitación de mi hermano Bertoldino tiene trescientos veinte metros.

Entre pieza y pieza hay dos baños de doscientos metros. El pasillo que une las habitaciones tiene veinticinco cuadras de largo. Para ir a la cocina, por ejemplo, conviene esperar a que pase el colectivo que cada media hora va del patio (treinta cuadras) hasta la puerta de calle.




Personalmente preferiría que papá no tuviera tanto dinero ni esa manía de comprar cosas gigantes.

En mi opinión, si la casa fuera de tamaño normal y mi padre no gustara de lo gigantesco, mi familia y yo nos ahorraríamos muchas caminatas y unos cuantos líos.

En oportunidades me ha ocurrido que después de caminar varias cuadras para ir a uno de los baños, éstos estaban ocupados por Berto, Bertoldo o Bertoldino.

Hablando de Bertoldino. Hace poco trajo varios amiguitos a casa a jugar a las escondidas. Para ese juego nuestra casa es especial, y todos nuestros compañeros de colegio la prefieren. Tanto se presta para ese juego, que esa vez se perdió uno de los amiguitos de Bertoldino. Y como después de tres días tampoco aparecía, mi padre tuvo que dar aviso a la policía y a los bomberos.

Vinieron varias dotaciones, con un total de quinientos hombres. Trabajaron un día entero, revisando toda la casa. Un equipo de buzos revisó el desagüe de la bañera (ciento cincuenta metros de largo y treinta y cinco de profundidad), un helicóptero voló alrededor de los artefactos lumínicos, y una cuadrilla de exploradores se introdujo a través de los caños de las sillas del comedor.

Al fin, cuando ya se veía el desaliento en las caras de quienes buscaban, el chico fue encontrado. Mejor dicho, apareció solo. De pronto se escuchó una voz de niño que gritaba: “¡Pica! ¡Piedra libre! ¡Piedra libre para todos mis compañeros!”. Era el amiguito de Bertoldino, que había permanecido tres días escondido detrás de uno de los enormes ceniceros, arriba de la mesa de cincuenta metros que esa semana había comprado papá.



FIN


Botella al mar / Ricardo Jesús Mariño; ilustrado por Marcelo Elizalde. - 1a ed..
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Santillana, 2015.
64 p.: il. ; 20 x 14 cm. - (Morada)



© 1989, Ricardo Mariño
© 1999, 2005, 2013, Ediciones Santillana S.A.
© De esta edición: 2015, Ediciones Santillana S.A.
Av. Leandro N. Alem 720 (C1001AAP)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina


Botella al mar es un libro de once cuentos breves, donde los lectores podrán descubrir quiénes son los encargados de llevar los mensajes de las botellas en el mar. También conocerán la aventura de un famoso científico en la Antártida y verán cómo el valiente Hormigón Armando salva a diez mil hormigas de una catástrofe. Éstas y otras historias, entretenidas y originales, para chicos que quieren divertirse.

Contenido:
Mi casa
La vuelta al mundo de Cinthia Schoch
Aventura en la Antártida
La casa abandonada
La boca del león
Botella al mar
La vaca es muy animal
Escape en barco
Escuela para piratas
La chica y el ladrón
El diario íntimo de Ignacio Horacio Facio


Visto y leído en:

https://www.loqueleo.com/ar/libro/botella-al-mar
https://www.loqueleo.com/ar/uploads/2016/04/botella-al-mar.pdf

"Argentina crece leyendo"


“Por una biblioteca popular más inclusiva, solidaria y comprometida con la sociedad”
Ir Arriba